Este poema explora como el desprecio por la humanidad siempre se identifica como aquello que flota en en la superficie de lo que está podrido.
“La superficie”
Si nadas en la ella,
Te rosarás con cosas putrefactas,
soretes, perros muertos, mugre, basura,
todo eso que flota una vez muerto,
es la podredumbre de la otredad,
allí están los lumpen, los bordes, los deshumanizados,
esos hipócritas,
que fingen hacer el bien,
pero hacen el mal,
allí están todos manifestándose,
orgullosos de propagar la maldad en cada cosa que hacen,
con sus miserias humanas,
la crueldad, la envidia, la codicia,
están en todos los espacios,
esparciendo su mal,
Son seres empobrecidos,
no en lo económico,
sino en lo emocional.
Han caído en la podredumbre de la especie,
de allí nada o poco se puede rescatar,
ocupan cargos,
son padres, madres, directores,
presidentes, gobernadores,
o cualquier que represente una autoridad.
El mal anida en ellos,
no saben de amor, solo de odiar,
empequeñecidos por la vida que han tenido,
y no han podido cambiar,
irradian mierda para todos lados,
son salpicaderos de cosas negativas,
saben de socializar el dolor,
porque el amor no lo han aprendido,
empobrecen a la humanidad,
son cobardes que no se animan a cambiar,
su inicio se les repite siempre,
es el eterno retorno del mal,
mal paridos que no han aprendido,
quedaron fijos al desamor,
por eso se los ve en la superficie,
son como soretes que flotan,
empobrecen a la especie, no la mejoran,
por que solo se pueden pensar de una sola forma,
y se justifican y no quieren cambiar,
“recibí el mal y lo único que puedo hacer es multiplicarlo”,
si prestas atención los ves,
o tal vez seas uno de ellos,
y aun no sabes, que podés hacer otra cosa,
para eso tenes que animarte a verte,
y sumergirte en tu profundidad,
Gabriel Hereñú
Psicólogo social. Psicoterapeuta existencial. Especialista en terapia de crisis.