«Si eres cineasta, no filmes más de lo necesario y filma rápido.
Cada toma podría ser la última que puedas hacer»
W. Herzog
Luciana Panduro filmó, editó y dirigió el corto documental “La locura del arte” una película de diez minutos que cuenta la historia de un joven a quien se lo presenta en la sinopsis:
Matías tiene 21 años y debido a diversas internaciones psiquiátricas vio dificultada su socialización de niño. Ahora como joven adulto encontró nuevas vías de comunicación, todas ligadas al Arte.
La película es muy breve, dura menos de diez minutos. La primera impresión es que se trata simplemente de un video más de YouTube, sin embargo en los primeros 10 segundos comprobamos que el personaje en cuestión tiene algo singular que decirnos según la mirada atenta de la directora del cortometraje. El montaje es bastante veloz, en relación al discurso del personaje que transcurre como un monologo sobre su relación con la cultura en general y la sociedad en particular. Por momentos da la sensación de presenciar el montaje de un estado maniaco.
El montaje del discurso de Matías en relación a las imágenes y la banda sonora, es un acierto de la película porque nos acerca a mirar la ciudad desde el punto de vista de un joven loco en la ciudad de Buenos Aires. Pero el punto de vista en cine casi siempre invisible, es la dirección del montaje.
Las películas documentales, como las de ficción componen personajes. Pero las películas documentales suelen crear la ilusión de que el personaje compuesto, es la persona de la vida misma. En general hay consenso en las artes audiovisuales acerca de la característica ficticia de los documentales. La magia del cine, es el ilusionismo, lo que es decir su capacidad de producir artificialmente efectos audiovisuales en apariencia maravillosos e inexplicables. Sin embargo, la película, en su velocidad por momentos apresurada y vertiginosa, deja pasar algunas relaciones como por ejemplo que el protagonista es mago, ilusionista. Cuando la ciencia no puede explicar, solo queda que el arte, en este caso audiovisual, muestre la injusticia psico-social.
El título de la película es prometedor y muy seductor, como siempre resultan las relaciones entre arte y locura. Pero el cortometraje no desarrolla la promesa de abordar las relaciones entre arte y locura, sino la particular visión de un joven artista que ha padecido la patologización, la estigmatización y la medicalización de su diferencia.
El personaje de Matías es lo suficientemente interesante para un largometraje documental y porqué no una trilogía como ya se ha hecho con la historia de otras artistas locas. La mirada fresca y joven de “La locura del arte” nos ayuda a ver como son las vivencias de la diversidad mental en las nuevas generaciones.
Alan Robinson nació en 1977, en Buenos Aires, Argentina. Egresó como licenciado y profesor de arte dramático. Publicó novela, dramaturgia y ensayos. Enseña literatura, psicología social y finanzas.