Bernabé De Vincensi, joven y destacado escritor bonaerense nos cuenta sobre “Antipoemas en offside”, su último libro. Se trata de una obra de veinte narraciones breves que se expresan a través a la poesía, el relato y de manera muy condensanda a través de la literatura dramática.
¿En contra de que están los textos de tu nuevo libro que titulaste “Antipoemas en offside”?
-Lo pensé como un registro sin unidad. No tuve intención de darles a los textos un propósito. A veces hay libros que nacen de una raíz en la que se quiere contar algo específico. Antipoemas nace de la cotidianeidad, de lo que puede circundarle a alguien que vive en un pueblo de cuarenta mil habitantes. De repente aparece el amor, aunque lo que sostiene el libro (o lo que en realidad valoro) es aquello que aparece como denuncia. No denuncia en el sentido panfletario del término. Por ejemplo, hay un poema que habla de las Amarok. Ese poema creo que condensa bastante a Saladillo. En cada cuadra una Amarok, digo ahí. Y me parece que es obvio que nosotros de tan acostumbrados, no las vemos. Pero es real que cada dos cuadras, una Amarok. Incluso las contamos con mi pareja. Las Amarok son un símbolo del progreso, el dinero y la riqueza acumuladas. Puede sonar resentido. Pero no es el punto. Pregunto, ¿por qué gobierna el PRO en Saladillo? ¿Por qué gana Milei? Entonces, algo estamos haciendo mal. A los tipos de las Amarok los entiendo. El capitalismo genera un superyó de exigencias que requiere del sadismo. Por lo tanto, el tipo de la Amarok progresa. Quiere más. Hay un límite. Y ahí aparece el “negro”, el “planero”. Yo también. Al tipo de la Amarok lo entiendo. Esa lógica me parece coherente. Es obvio que ese tipo va a estar en contra del pueblo. Es autosuficiente, no lo necesita, y si lo necesita, lo negrea. Lo que no entiendo es a los tipos que están en nuestra vereda y no teniendo con qué quieren cruzarse a los de las Amarok, ¿me entendés? Eso no lo entiendo. Aunque tal vez sí, porque estamos en un momento de ideologías absolutistas que hasta la izquierda, sin reconocimientos de errores, tiene jugadas que favorecen a la derecha.
¿Hay alguna relación en tu último libro con el libro “Poemas y antipoemas” del chileno Nicanor Parra?
-No, en principio. Saqué la “antipoemas” de Parra. Aunque digamos que escribo desde el antipoema. Uno lee o escucha a Parra y se siente cómodo. Hay un poema que podría ser antipoema. En el que habla un albañil poeta. Con esto no quiero decir que los albañiles tienen que escribir poesía. O el poeta albañil hablar de la albañilería y de sus desgracias. La vez pasada en un taller literario que se dicta en el CEPEAC de Saladillo, salió el tema. Hay una idea bastante estúpida, por cierto, en la que se idealiza al campo. No sé, una señora que vivió en el campo escribe “me acuerdo de las vacas y el tambo del abuelo, del almacigo y los tomates frescos”. Se escribe idealizando al campo y se anula la posibilidad de que el campo, algo de lo que hay ahí, se vuelva curioso a los ojos del lector. Con esto quiero decir (algunos poetas joden con esto) no hay que escribir sobre el “abismo” pero tampoco con efectismos burgueses. El escritor que hace duelo del padre, de la madre, de la gata que se le murió, me aburre. Los personajes que se retratan en ambientes de clases medias, me aburren. Y no apuesto a hablar de la marginalidad, de la pobreza, de la contracultura. No. Pero hay un lugar común bastante legitimado de tramas, personajes, que podés leer un libro, dos ya es mucho. Me parece que bajar del Olimpo es un poco eso, ¿no? Poner a prueba la imaginación sin caer en los lugares comunes que nos rodean. Y seamos sinceros, hay pocos escritores que pertenecen a la clase media baja o pobre. Por lo general, la literatura la escriben los Licenciados en Letras o en Psicología. Lo cual está perfecto.
¿Por qué tus antipoemas están fuera de juego, en el decir del fútbol en offside?
-Es un título provocativo. Se me ocurrió porque no es poesía ni narrativa. Apareció un formato que condensa a las dos. Que me quedó cómodo. Son poesías fuera de juego, narrativas breves que no son microrrelatos. Me parece que ese formato, recontra usado, me permitió escribir de acuerdo a mi deseo. Me pasa que a veces la escritura nace del deseo y después se organiza. Casi siempre es así. O que deseo el orden para narrar algo. Lo que genera a veces que no pueda escribir. Ahora pienso mucho en una novela sobre mi infancia pero son tantas las emociones que no sé por dónde empezar. No sé cómo darle narrativa. No sé qué género usar. Si escribir en modo autorreferencial o fantástico. Y eso me deja en blanco. Pero a la vez leo mucho y pienso.
¿Cómo nace el proyecto de biblioteca en tu barrio?
-Hace poco mi barrio es una Localidad. Somos un asentamiento de vecinos del antiguo ferrocarril. Funciona un CAPS. Desde la Municipalidad se pensó armar una biblioteca. Me quise sumar. Le escribí a varias editoriales. Francisco Garamona se ofreció a donar libros pero había que irlos a buscar. Hablé con el Delegado de acá. El Delegado que está por decisión Municipal. Nadie del barrio lo eligió. Un tipo más joven que yo, idóneo para las calles y plazas pulcras. No mostró interés. Lo entiendo. Así que me abrí. El CAPS recibe libros. Pero ellos esloganizan al Municipio con “Mejor con vos” y son punitivistas. La Biblioteca no se crea por amor a las bibliotecas. Se crea por la inercia de que cada Localidad tiene una. Para mí son espacios fundamentales. Todo lo que yo leo, lo saco de bibliotecas. Vos tenés intenciones y el Delegado no, no voy a insistir. Y menos con personas que sé que se preocupan más por cortar el pasto de las plazas que los vecinos terminen la secundaria. En fin, la nueva política que instauró Macri. Una política al servicio del pavimento, el alumbrado público y las calles limpias.
¿Cómo se puede ayudar, colaborar o apoyar a la biblioteca de Saladillo Norte?
Se pueden enviar libros o cualquier material bibliográfico al CAPS de Saladillo Norte, calle Papa Francisco esquina Las Araucanias. De nueve a doce. Y de dos a cinco.
¿Cómo definirías tu estilo de vida?
No sé. Hubo un antes y un después en mí. Antes pensaba en mí. Ahora no. Me pienso en relación a los demás. Hace un año que estoy en pareja. El amor me cambió bastante. Hace poco cumplí treinta años. Y trato de quejarme pero a la vez de hacer cosas. El tipo que pone “NO VOTES A MILEI” en redes “O SON TODOS LADRONES”, no me interesa. No me interesan las personas que van de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Me parece que es necesario empezar a salir del ensimismamiento. O compartirlo. Es cierto que todos votamos. Pero desde tu lugar, ¿qué hacés por el otro? Para mí es un desafío. Yo ya tuve tiempo para mí. Ahora quiero tiempo con otros que quieran construir. Ya estuve quejándome y siendo un individualista a ultranza. Entonces, ¿qué hago yo? Mi deber es asumir un compromiso. No desde la idea del compromiso ideal. Desde el lugar de que porque escribo o leo no me quedo en mi casa. Intento compartir con otros. Sumarme a lugares.
¿Qué es para vos la “Locura en Argentina”?
Me parece que se está desdibujando la “locura”. Claro que existen casos específicos que requieren de atención. Algo positivo que dejó la pandemia es que la Salud Mental pasó a la agenda de la sociedad. Eso es genial. Me gusta más que todos empecemos a reconocernos desde nuestra singularidad. Y entender que hay momentos de crisis pero que no somos los únicos. Entender que el que es “cuerdo” puede ser más “loco” que uno. No veo necesidad de autopercibirse con una etiqueta que la sociedad necesita. Uno es Gonzalo, el otro Juan y yo Bernabé. De modo que cargar con una historia personal y agregarle una social es un martirio. Hay que ver en nuestras historias quiénes nos trataron de locos. Porque a veces asumirse loco es una forma de autoexcluirse. Hablo de mí. De repente, si conocés tus debilidades, si podés decir sí o no, ¿por qué asumirse loco? Uno va tramando su historia y si se ancla a los que nos etiquetaron es posible que siga condenándose. Creo que hay que reconocer las debilidades de cada uno y saber atenderlas. Después amar, mantener siempre despierta la curiosidad. La curiosidad por lo desconocido. Y también como dice Rosario Bléfari “partir y renunciar, sabiendo que vos no sos mi fiesta”. Quedarse con aquellos que están pero desde el amor. Y el amor si bien se dice es algo que nace con la mirada, la palabra.
¿Dónde o cómo se pueden comprar tus libros?
Mis libros se consiguen a través de mi Instagram Bernabé De Vinsenci. Por las redes de Capuchas Ediciones o por ArbolAnimal de Carlos Gallegos. La buena noticia es que pronto sale por Casagrande Editorial, de Rosario, un libro de cuentos. Y la distribución va a ser otra.
¿Me podrías enviar una foto de algún antipoema o una foto tuya para publicar en la revista web “Locura en Argentina”?
Si
Muchas Gracias, Bernabé.
Alan Robinson nació en 1977, en Buenos Aires, Argentina. Egresó como licenciado y profesor de arte dramático. Publicó novela, dramaturgia y ensayos. Enseña literatura, psicología social y finanzas.