En este relato breve, el escritor Bruno Benites explora en tono de prosa poética una relación tormentosa con la madre, su vida, muerte y herencia.
MA
Está acelerando el latido. Su respiración no es automática. Aguanta todo lo que puede. Pateo. Repite. Una imposición es un desprendimiento uterino.
La palpitación del anhelo de vida.
Está acelerando el paso. Su paso es incalculable. Me odia todo lo que puede. Respiro. Muero.
La mentira es el no nato.
Un aborto es un anhelo de vida.
Caín me mira como responsabilizándose de mis actos. Interpreta una verdad inalcanzable. Hoy
pienso que me adora. Me cría y me corrige cuando me equivoco. El mundo es cruzar la calle de
tierra, a veces hay calzado, a veces nada.
Puedo recordar en tu asco tu mirada, Eva. Aprieto los dientes que no tengo y rasco las mitades
sombrías.
Piso los vidrios y huelo a muerto, no por el olor a cuerpo en roce, si no por la blancura de tus
baños de espuma, el excesivo perfume, el gel en el pelo. Amarte es odiarte un poco, me
susurras mientras acurrucas mis temores. No duermo con vos, duermo con el zumbido de los
mosquitos.
Las piedras se incrustan entre mis dedos y la tierra es gris (contrario a lo que se piensa). El
pasto con esperanzas trata de cubrir, la lluvia ablanda los caprichos y mis ojos resplandecen en
transparencias.
Verdes son mis sueños y con la podadora los castran. Lentamente voy devolviendo el depósito
de tus locuras.
Parte del proceso es soñar que mi madre se suicida mientras me arranco los ojos. Es el
desamparo de un mamífero mental. Y ella recrea mis esperanzas de verla muerta con whiskey
y pastillas. Tranquila, es solo un intento. Yo tuve de esas caricias de la mortalidad. Es un
proceso sin resguardos/cuidados, es una promesa de chocar el auto, de matar a un par. Mi
consciencia grita junto al nebulizador, mientras impera el silencio alrededor.
La empatía con el ser que habitaba tu cuerpo, y la iglesia en su ponzoñosa ensoñación
alargando el proceso de crianza.
Y lo mataste de pequeño en mi cuerpo. Al gemelo parasitario de mi abuelo. Mamá; acabas de
matar al hombre, lo hiciste nacer en vos, lo criaste y lo amamantaste. Lo creaste para
destruirlo. Felicidades. Ahora dame la oportunidad de matarlo yo también, contágiame la
maldad para arrancarla de raíz. Dame la patada del caballo. La orquesta perfecta de una
venganza mutilada.

Bruno Benites nació en 1994 en Merlo, Buenos Aires. Se formó en el área de ciencias naturales y cursó el CBC de psicología en la UBA. Escribe narrativa y poesía, con una inclinación hacia los géneros realista (realismo social), drama, fantástico y costumbrista.