“Yunta” de Adriana Roffi es una versión libre de la obra “Opalalá” del dramaturgo español Joaquin Daniel. Una de las grandes virtudes del espectáculo de Adriana Roffi es haber captado con inteligente humor el espíritu de la época en una obra que pone en escena la batalla cultural que la sociedad Argentina padece.
La memoria nos guía. La consciencia nos crece. La belleza es nuestra.
Vicente Zito Lema
Vivimos una época en la que el ritmo de vida, los estímulos tecnológicos y los discursos de odio nos desbordan del limite de lo tolerable al punto de llegar a enfermarnos. Entonces, es en esta época en la que ir a ver una buena obra de teatro puede resultar un refugio emocional de una batalla cultural que al único lugar al que nos lleva es al del padecimiento mental. Los actores hablan al principio y al final del espectáculo. Primero lo hacen para pedir al público que apague sus teléfonos celulares, acaso cómo una estrategia desesperada ante la avanzada tecnológica sobre la experiencia presencial y en este caso ritual de una obra magnifica.
Al final del espectáculo, luego del aplauso uno de los actores dio una brevísima explicación del espectáculo en relación a la estricta actualidad socio política que para algunos espectadores puede ser necesaria pero para otras personas que prefieren disfrutar ese extasis que deja el fin de fiesta puede ser como algo que estaba de más, porque “Yunta” es una fiesta de talento teatral, en la que un grupo de artistas se encontraron en el momento justo, en el lugar indicado con el texto exacto.
La obra se presenta como una sátira sobre el deseo de “pertenecer”, de formar parte de una tribu, a cualquier precio. Pero es mucho más que una sátira, porque en las actuaciones de Matías Broglia y Pedro Risi, hay mucho trabajo con el grotesco criollo, particularmente en relación a la caída de la máscara hacia el final patético de la historia que cuenta la obra.

Si bien en el humor del texto hay parodia, absurdo y sátira también está presente la estructura del diálogo socrático, técnica filosófica que busca descubrir la verdad a través de comentarios o preguntas. Se basa en la idea de que el conocimiento no se transmite, sino que se “da a luz” mediante el cuestionamiento, como si el pensamiento fuera un parto. El proceso puede llevar al interlocutor a reconocer su ignorancia, lo que en el dialogo socrático se consideraba el primer paso hacia la sabiduría. En cuanto a la dramaturgia, en el momento que uno de los personajes descubre su verdad, el otro que tiene el poder le advierte: “estás loco de atar”. En ese momento se desliza la metáfora de la sabiduría como locura.
Los personajes en escena son un Estanciero y un Peón, siendo el Estanciero el representante de un sector conservador de la sociedad quien quiere que su Peón descubra que en verdad el pertenece a su tradición y sociedad conservadora. Esta simple premisa desata un tragicómica relación sobre un “nosotros” conservadores y un “ellos” populares. Y aquí es donde aparece otra de las virtudes de la puesta en escena de Adriana Roffi quien organizó una puesta en escena en la cual la ficción de la obra es el espacio de “nosotros los conservadores” y la platea donde se ubican los espectadores, el lugar de “ellos los populares”.
En síntesis “Yunta” es un espectáculo que va por su segunda temporada y resulta muy recomendable tanto para todos y todas porque deja en evidencia que aunque se gane o se pierda, la batalla cultural siempre se padece.
Viernes 20:30 hs.
Duración: 60 minutos.

Alan Robinson nació en 1977, en Buenos Aires, Argentina. Egresó como licenciado y profesor de arte dramático. Publicó novela, dramaturgia y ensayos. Enseña literatura, psicología social y finanzas.