El autor de la novela Juan Moreira, cuenta con una novela titulada Un capitán de ladrones, que representa un antecedente sobre la historia de los prejuicios y sesgos psiquiátricos en Argentina.
Un 2 de Diciembre de 1879 el periódico La Patria Argentina, publicaba a la venta el folletín Antonio Larrea, un capitán de ladrones en Buenos Aires. En aquel entonces, los folletines eran textos de ficción que se publicaban por episodios en los diarios. Eran tan populares como las series audiovisuales que se consumen en este siglo. Ocupaban el lugar que en el siglo XX tomarían las historietas, tiras cómicas y chistes en los diarios de edición impresa. En sus orígenes el folletín argentino está ligado a la sección policiales de los diarios, de ahí que los tópicos o temas que se aborden estén directamente relacionados con el crimen y la justicia por Eduardo Gutiérrez. Los lectores de los diarios de aquella época leían la evolución de un caso policial semana a semana, lo que dio pie a la publicación de folletines como si fueran capítulos de una historia. Lo que hoy se conoce como novela popular argentina nació basada en historias reales en las primeras décadas del país.
Eduardo Gutiérrez, autor de Juan Moreira, es uno de los principales responsables en la emergencia de esta forma de contar centrada en captar el interés de sus lectores y ampliar a nuevas lecturas que trasciendan a quienes leían los diarios en aquel entonces. En su afán de publicar al tiempo de crearse lectores, en sus folletines avisaba que la obra se publicaba “Sin corrección del autor”. Nació y vivió en el pueblo de San José de Flores, donde pasó por privaciones y necesidades económicas sin alejarse nunca de los humildes. Falleció a los 38 años, trabajó junto a sus hermanos en varios periódicos y estuvo enlistado en el ejercito por mas de diez años colaborando con la ejecución del genocidio de los pueblos originarios en la afamada “Conquista del desierto” del presidente Julio Roca.
La novela Un capitán entre ladrones narra las andanzas de Antonio Larrea, un bandido originario de Valladolid, España quien escapando de su esposa emigra a Sudamérica, comienza a realizar todo tipo de robos, saqueos, engaños con los más inescrupulosos métodos y artimañas en Buenos Aires. A medida que avanza la obra, vemos como el criminal español despliega su arrogancia y amenazas ante sus victimas a quienes busca humillar sin ningún tipo de remordimientos. Sus ataques estarán dirigidos contra criollos, comerciantes e incluso oficiales de la policía. La novela es verídica y está basada en un personaje real.
Se trata de una obra fiel al estilo de Gutiérrez, en la cual lleva a la ficción hechos históricos, sociales y políticos que primero escribió como periodista. Para escribir sus novelas se basaba en archivos policiales, declaraciones, sentencias y filiaciones partidarias de perseguidos por la justicia estatal. Antonio Larrea conocido como Juan Martin Larrea y finalmente “el 291” fue un criminal español carismático, cuyo descaro y sangre fría le ayudaron a salir impune de las circunstancias más difíciles. Fue un hombre osado y arrogante lo cual lo llevó a que lo finalmente lo apresaran y terminar sus días en la cárcel. La construcción del personaje que hace Gutiérrez de Antonio Larrea, puede leerse como un elogio del conquistador español, aunque la novela no logra en una lectura contemporánea que se produzca una empatía con el protagonista de la historia, como si lo logra en Juan Moreria. El autor no alcanza a profundizar en las contradicciones, motivaciones y miserias del villano para que sus lectores queden encantados con su carisma. El capítulo final se titula El cráneo de Larrea y representa un elogio de la frenología de la época. En este capítulo Gutiérrez intenta justificar los crímenes inescrupulosos de su bandido español.
La frenología es considerada en la actualidad una pseudociencia. En Argentina se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX asegurando que la personalidad y el carácter de las personas se podían estudiar y determinar a partir de la forma del cráneo. La frenología o frenopatía pretendía explicar que las conductas que transgredían las normas morales eran causadas por determinadas formas del cráneo humano. Esta disciplina, derivó en lo que hoy se conoce como psiquiatría forense. La primera institución privada para personas con padecimiento mental, fue el Instituto Frenopático fundado en el 1880. Estas ideas, estaban íntimamente ligadas a la proliferaciones de las sociedades eugenésicas en Europa y estados unidos que buscaban la proliferación de un modelo de sujeto que hacia 1939 darían pie al holocausto en Alemania Nazi. En 1914 la justicia capturó a Cayetano Santos Godino, conocido como “Petiso Orejudo”. Luego de ser sometido a peritajes psiquiátricos y freno paticos, se lo declaró irresponsable penal y fue recluido en el Hospicio de las Mercedes, hoy centro clandestino Tiburcio Borda.
En síntesis la lectura de Un capitán entre ladrones permite recrear en la imaginación a la provincia de Buenos Aires de la segunda mitad del siglo XIX, mostrando las representaciones que Eduardo Gutiérrez comenzaba a elaborar sobre los criminales de su época. Antonio Larrea en el final de sus días, no muere como un criminal sino consumido según su autor, por los delirios y las alucinaciones.

Alan Robinson nació en 1977, en Buenos Aires, Argentina. Egresó como licenciado y profesor de arte dramático. Publicó novela, dramaturgia y ensayos. Enseña literatura, psicología social y finanzas.